En general, el principal síntoma de un gato con sida es la aparición de enfermedades recurrentes, debido a que durante el curso de la infección, el VIF produce anomalías inmunológicas caracterizadas por la muerte de un tipo específico de linfocitos, lo cual genera una mayor vulnerabilidad a contraer infecciones oportunistas y desarrollar diversas condiciones clínico-patológicas.

Los síntomas, del SIDA en gatos, más comunes y que pueden aparecer meses después de la infección son: Fiebre, pérdida de apetito, pelaje sin brillo, gingivitis, estomatitis, infecciones recurrentes, diarrea, inflamación del tejido conjuntivo, pérdida de peso progresiva, deterioro mental, abortos y problemas de fertilidad.

Así que es importante vigilar la aparición repentina de enfermedades comunes que cuesta que desaparezcan o si el gato recae de forma constante en problemas de salud que parecen, aparentemente, poco importantes, como por ejemplo, la posible relación entre el VIF y la enfermedad renal.

Las infecciones del tracto urinario inferior son uno de los problemas asociados al SIDA felino, incluyendo fallas renales agudas y crónicas, con cambios morfológicos en el tejido renal. Probablemente debido a que la respuesta celular renal que desencadenan las proteínas del VIF y un microambiente inmuno-activado desempeñe un papel importante en el desarrollo de esos cuadros.

No existe tratamiento preventivo, en base a vacunas; ni curativo. Sin embargo, la mejor cura es la prevención, pero orientada a controlar sus salidas y evitar las peleas con gatos callejeros, así como hacerle un chequeo al menos una vez al año y más si se aprecia que vuelve a casa con algún arañazo o mordida. Si esto no fue suficiente y el gato está infectado, se  tiene que trabajar en el fortalecimiento de las defensas y el sistema inmune. Se recomienda que la alimentación de gatos con SIDA sea de alto contenido calórico, por lo que los productos enlatados y la comida húmeda son un aliado perfecto para luchar contra el deterioro del animal contagiado.