En el caso particular de nuestro país, esta información es alarmante si consideramos que, de acuerdo a la encuesta realizada por la Corporación MILES en junio pasado, un 74% de los encuestados vio dificultado el acceso a estos métodos desde la llegada del virus y las píldoras son las más usadas en Chile, alcanzando casi al 17% de la población femenina según el MINSAL.

Especialistas y organizaciones a nivel mundial han llamado a facilitar todos los métodos de consulta y acceso para paliar -en alguna medida- este déficit. Es así como en Chile los químicos farmacéuticos pasan nuevamente a cumplir un rol esencial que no sólo radica en sus amplios conocimientos respecto al uso de los fármacos (interacciones con otros, toxicidad y posología), sino que en el rápido y fácil acceso que la población tiene a cada uno de ellos, al estar presentes en todas las farmacias de nuestro país y también a través de varios canales digitales producto de la emergencia.

Mientras la alerta sanitaria continúe, cualquier tratamiento indicado por un especialista no debiera sufrir variación o cese, puesto que esto podría traer importantes consecuencias para una mujer, que van más allá de un embarazo no deseado, como la agudización de síntomas y condiciones en aquellas que los utilizan como tratamiento para otras patologías.

El contacto con el farmacéutico será el último que un paciente tendrá con un profesional antes de empezar o continuar con un tratamiento con anticonceptivos, siendo un eslabón clave para ofrecer información y educación sanitaria sobre el correcto uso de un método e indicaciones que puedan ayudar a acceder a uno transitorio mientras se pueda concretar la atención médica con un especialista, resguardando -de esta forma- los derechos sexuales y reproductivos de toda mujer.