* Columna en colabioración con Carola Naranjo, Directora Consultora Etnográfica, especialista en igualdad de género.

La violencia es el uso de la fuerza desmedido para conseguir un propósito y se direcciona hacia quienes están en un estado de subordinación e indefensión, para someter, controlar y manipular. Tiene manifestaciones físicas, psicológicas, sexuales, económicas, simbólicas, instituciones, etc, y se puede dar en espacios públicos y privados.

La violencia contra las mujeres, ha sido por siglos la forma más brutal de desigualdad, discriminación y sometimiento hacia la condición de género que no detenta el poder, con la intención de mantener el orden del sistema patriarcal en el tiempo.

Según la última encuesta VIF-VCM (Subsecretaría de Prevención del Delito, 2020) la percepción de violencia entre las mujeres ha aumentado considerablemente, la VIF aumentó a un 41,4%, la VIF psicológica a un 38,3% y la VIF sexual a un 6,9%, en tanto la violencia hacia las mujeres en el ámbito público aumentó a un alarmante 46,9%, en el espacio educativo a un 18,9%, determinando que la base de estas violencias son patrones culturales de dominación de lo masculino sobre lo femenino.

Esta violencia estructural, se replica de forma cotidiana en las relaciones interpersonales, sociales y en la vida íntima y privada de las personas. Con la pandemia hemos evidenciado un alarmante visibilización de la violencia contra las mujeres. Ante este fenómeno, nos preguntamos si existe alguna relación entre ciertos tipos de violencia, o más bien, si es que las personas que realizan prácticas abusivas, hostigamientos, acosos y maltratos, y que tienden a ser violentos con los animales, puede ser un factor clave para detectar si ejercen también violencia de género.

El maltrato animal comprende una gama de comportamientos que les causan dolor innecesario, sufrimiento o estrés, que van desde la negligencia en los cuidados básicos hasta el asesinato malicioso e intencional. Ambas formas, directa o indirecta, pueden causar serias afecciones físicas, como también, graves afecciones en el bienestar mental y natural de las víctimas. Relevante también, es que el maltrato animal se considera un problema social humano, dado que existen numerosos estudios en la literatura científica internacional que asocian actos de maltrato contra animales con conductas asociadas a la violencia de género e intrafamiliar y, muchas veces, es una violencia invisible, sobre todo en sociedades menos desarrolladas, donde incluso, en ciertos espacios, no se cuestiona y se normaliza. Sin embargo, existen evidencias que cuando se abusa de los animales, las personas están en peligro y viceversa. Según datos del Ministerio Público, durante 2018 se presentaron 2.500 denuncias por maltrato animal, las que en 2019 subieron a 3.567.

Nuestra posición, no es igualar de forma alguna los tipos de violencia, sabemos que, en el caso de las mujeres, somos titulares de derecho y que la violencia ejercida hacia nosotras es una clara violación a los derechos humanos fundamentales. No obstante, existen al menos 3 aspectos que son necesarios de analizar cuando se revisa la relación entre violencia de género, la violencia doméstica y el maltrato animal: violencia psicológica ejercida a las victimas (mecanismo de dominación y de control sobre mujeres, niños y animales); maltrato animal como un indicador de la existencia de otras posibles formas de violencia hacia personas; efectos en las niñas y los niños como testigos de maltrato de sus animales.

De acuerdo a Lockwood y Arlow (2016) el abuso sexual de los animales es similar al abuso sexual de mujeres y niños, dado que es coercitivo, provoca dolor y puede terminar en la muerte. Los animales son incapaces de comunicar su abuso, así como muchas veces ocurre con las niñas y los niños.

Tenemos la convicción que la denuncia, persecución y sanción efectiva del maltrato animal no sólo beneficiará directamente a los animales, sino que además puede ser un indicador efectivo para enfrentar y detectar a tiempo violencia de género, debido a los patrones que están detrás de los abusadores. El trabajo interdisciplinario en estas materias puede contribuir a sociedades con mejor calidad de vida y sin violencia.